Lorenza.blog

Escribo lo que vivo. Y lo comparto contigo.


Fobia estructural

Para quienes por naturaleza tenemos intereses múltiples y nos sobra “entusiasmo de arranque”, vivir con poca estructura no nos apoya.

Fácilmente nos perdemos en el laberinto de los días cual niña en juguetería, pero  que patalea cuando es hora de regresar a  casa. Así nos aferramos a la vida desestructurada porque tememos que el orden nos quite nuestra sagrada libertad.

Ahí la trampa. La libertad ilimitada no es suelo fértil para la satisfacción. Lo he constatado. Y es que mi pánico a comprometerme de lleno con el trabajo o con un único hobbie me corta el aire. ¿Y si me sale un viaje? ¿Y si me saturo?

 No puedo imaginar más que dos escenarios: el de una vida gris, repetitiva y monótona que aniquila la alegría; o el de una vida llena de novedades, aventuras, inspiración y chispa. Sin ataduras.

Algo en mi cabeza no está bien. No sé cuál fue el cable que se me torció, pero aspiro a enderezarlo.

Desde que terminaron los años de llevar y traer hijos al colegio y a clases vespertinas he estado bastante a la deriva. Los horarios fijos, repetidos semana tras semana  acotaban puntualmente el tiempo del que disponía para trabajar, ejercitarme y tomar alguna clase. Sin ellos, es como si me faltaran líneas en la autopista.

La sociedad no me pide nada: aporté dos hijos, guapotes y saludables.

Mi esposo no me apremia si tengo la consulta llena o vacía, si doy clases o no, si me involucro en algún proyecto o si brinco de hobbie en hobbie. Mientras no esté amargada ni triste, todo bien.

Mis hermanas están ocupadas cada una en sus propias actividades, y no me cuestionan sobre mi quehacer.

Mis amistades me ven contenta en nuestros encuentros, y no me preguntan si creo que malgasto mi tiempo o no.

Ah, pero el budismo sí me pregunta lo que rechina en el fondo de mi consciencia:  »¿Y cómo te va con la pereza activa? ¿Qué estás haciendo con tu preciada vida humana?»

¡Oh, cielos! Pues, la verdad, me siento dividida, como el símbolo de peace and love:  por un lado me critico; por otro, me doy excusas que suenan convincentes; en otro me veo en una incesante carrera por descubrir la fórmula de cómo administrar el tiempo para tener una vida satisfactoria y significativa, en la que al llegar la noche pueda descansar con paz genuina. Finalmente, hay otra parte que murmura con suavidad que mi modo de estar en el mundo es único, que no me atormente más, que soy, hago y doy suficiente. Ésa parte, curiosamente, también me la nutre el budismo, invitándome a aplicar autocompasión y Mettã (amor incondicional).

Mis hermanas también me animan con sus miradas de apoyo y comprensión.

Intuyo que la estructura que me fortalece en esta etapa del camino no es la de la autopista previamente señalada ni por lo que ya conozco.

Su forma se compone de elementos de la famila de la confianza, la dedicación gozosa, el compartir y la aceptación de mis contradicciones.



Una respuesta a “Fobia estructural”

  1. Efectivamente, vivir sin límites puede ser un abismo.

    Por otra parte, las expectativas exageradas producen infelicidad.

    Gran reflexión.

    Con cariño,

    Gon

    Me gusta

Deja un comentario