Escritora saliendo del clóset. Desde la adolescencia empecé a escribir diarios, «para entender a mi hija». Temía olvidar lo complicado que es vivir después de la infancia y no ser empática con la hija que quizá tuviera algún día. Mi hija Alana no logró ver este mundo. No sé si tuve suficiente empatía con mis hijos hermosos, Andrés y Alec. Lo que sí es seguro es que yo me entiendo cuando escribo lo que vivo y que ya estoy lista para contar historias más allá del diario. También transcribiré partes de mis diarios, es una misión pendiente.
Actualmente vivo en Puerto Escondido, Oaxaca, con mi esposo Andrés, dos perros y tres gatos en una casa pequeña, cómoda, con una espectacular vista al mar.
Además de escribir, practico meditación, yoga y cerámica.
¿Por qué escribo?
Porque es mi forma de conocerme. Sobre todo cuando escribo para mí. Escribiendo se desenreda mi mente, se ordena mi pensamiento y encuentro el sentido de mi proceder. A veces es un tipo de meditación introspectiva.
Otras veces, escribo para divertirme. O para contar algo que se me ocurrió. Escribo porque me gusta escribir. Me encanta llenar cuadernos. También me gusta teclear aunque no soy la más rápida y nunca aprendí a escribir sin ver dónde está cada letra.
Temas que trato
Lo cotidiano. Desde mi perspectiva de persona humana terrícola nacida en 1968 en Guadalajara, Jalisco, México. Siendo del sexo femenino y por tanto, con toda la socialización que se me inculcó como tal.
También relato lo ideal, lo fantasioso. En general, me gusta escribir cosas que me dejen con una sensación agradable, de posibilidades nuevas, de optimismo, de inspiración.
Ya hay demasiado horror en el mundo como para sumar algo que corra el riesgo de darle ideas destructivas a alguien.
Mi proceso creativo
Me siento y escribo. Cuando no hay nada, pongo un temporizador de veinte minutos y escribo sin parar, sin corregir, sin criticarme. Por lo general, agarro vuelo y le sigo… Me ayuda mucho asistir a un taller virtual donde aprendo, comparto, me divierto y juego.
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