Lorenza.blog

Escribo lo que vivo. Y lo comparto contigo.


De vuelta al ruedo

Hay un runrún en mi abdomen

motor ansioso

gobernándome

desde dentro.

Es mi herencia materna:

Desbocado caballo

que no sabe para dónde corre

pero igual corre, alarmado.

Cuando lo miro

-o escribo, o hablo

acerca de él-

se calma, da tregua.

Ayer recibí mensajes plañideros

y manipuladores.

No quise lidiar con ellos.

Esta mañana

seguí ignorando

los mensajes.

Postergué

verlos de frente.

El caballo se alocó.

Se activaron viejos cables

al no haber discernido

lo que me toca y lo que no me toca:

hacer

decir

decidir

acomodar.

Sólo quiero escribir.

Quiero cumplir mi orden

de terminar un artículo

para mi blog

antes de que sea hora

del taller Villava,

donde lo quiero revisar,

pulir o reescribir

o hacer lo necesario

para sentirme contenta

de lo escrito.

No es momento de lidiar

con asuntos que no entiendo

y que por no detenerme,

me he visto

empujada a descifrar

para cuidar

a otras personas

de sí mismas.

Alto.

Toca escucharme.

No estoy abierta.

No estoy dispuesta.

No siento empatía.

No tengo espacio

para resolver

lo que ni entiendo.

ni me corresponde.

Nos dimos cuerda,

Lía, Cris y yo:

Sí, nuestra madre atropella.

Lo ha hecho en el pasado.

No es de extrañar que ayer

desde su caballo desbocado,

con el motor en sobremarcha,

haya aplastado a Alida.

Me duele.

Me apena.

Me entristece:

La insensibilidad

de quien me crió,

me educó,

me permitió

entrar en su familia.

Me asusta

que no se venda su depa

y se le acabe el dinero

y su manutención

se convierta

en problema familiar.

Me enoja.

Desviar parte de mi día

por este asunto

laberíntico.

Me alivia

poder escribir

y liberar

lo que me tenía tensa,

ansiosa,

incómoda.

Ahora

celebro el retorno

de mi caballo domado,

tranquilo,

que pasta mientras ordeno

lo que mi cabeza

y mi panza anudada

tenían pendiente.



Deja un comentario